miércoles, 27 de junio de 2007

DIOS ES ARGENTINO..!

Todos sabemos que Dios es argentino, pero se ignora por qué se fue a radicar en el cielo.
Comencemos con algunos datos de un país:
Es hoy una de las diez mayores economías del mundo, con un producto bruto interno de 1.170 millones de dólares.
Las exportaciones, en cinco años, saltaran de 50.000 a 130.000 millones de dólares.
En 1995 importaba carne bovina. Apenas doce años después, es el mayor productor y exportador de carne vacuna del mundo. Sólo en junio último vendió al extranjero 1000 millones de dólares en carne.
El riesgo país que superó los 2300 puntos en 2002, ahora es de apenas 145, y el país avanza en todas las calificaciones de riesgo.
El índice bursátil se valorizó casi 300% en cinco años.
Quedaron en la historia las corridas hacia las casas de cambio, la fuga desaforada de capitales, las quiebras de bancos y las visitas temidas de las misiones del Fondo Monetario Internacional, al que ya no le debe nada: saldó su deuda en 2005.
Las reservas, que durante la crisis de 1998 se acercaron peligrosamente a los 10.000 millones de dólares, hoy llegan a 122.000 millones.
En 1974 realizó el primer descubrimiento marítimo de petróleo, a pesar que había consenso de que el país no lo tenía. Para la extracción hubo que desarrollar tecnología que no existía en ninguna parte del mundo (nadie estaba haciendo lo que allí se quería hacer) y de la cual hoy es el mayor especialista. Consiguió el autoabastecimiento en 2006 y hoy ocupa el séptimo lugar en el mundo en cuanto a mayor reserva petrolera, el sexto en producción y el tercero en coeficiente reserva/producción.
En apenas diez años la cosecha de granos casi se duplicó, así como la producción de carne porcina, mientras que la de pollo aumento el 137%. De importar leche argentina, ahora ya se autoabastece y comienza a exportar.
Su democracia cuenta con un sistema de voto electrónico ejemplar.
La libertad de prensa es irreprochable.
Las instituciones del estado avanzan, en la medida de lo posible, con un proyecto de país y no de gobierno.
El país también logra atraer la atención del mundo con una agenda de políticas humanistas y ecológicas.
Posee una política sobre el SIDA respetada en el mundo.
Tiene una matriz energética casi completamente hídrica renovable y no contaminante, se convirtió en una referencia mundial para el etanol, el combustible biológico que puede cambiar la forma de generar energía.
Posee un sistema de previsión social que hoy cubre a decenas de millones de personas que nunca aportaron al Estado, lo que genera un enorme déficit público pero al mismo tiempo paga una deuda social.
El país de que se trata es Brasil y los datos están tomados de tres artículos publicados en la sección Economía de La Nación del 24 de junio pasado. Parece que no todo es samba, fútbol, carnavales, feijoada y cashasa; si no que también se trabaja y se trabajó con la vista puesta en un futuro que sorprende por su escasa extensión en el medio plazo, en relación a los logros obtenidos.
Tampoco todo es paradisíaco: hay una tercera parte de la población por debajo de la línea de pobreza, violencia, corrupción, el tamaño del Estado es inmenso, existe una enorme carga tributaria y demás plagas que los argentinos conocemos muy bien por padecerlas.
Ahora la pregunta es: ¿Por qué Brasil pudo crecer y Argentina no? Aparte de los males comunes –los enumerados y muchos otros- ¿qué pasó “allá” y que falto “acá”? ¿Será que cuando a fines de los ’70 nos daba lo mismo hacer acero que caramelos y engordábamos la deuda externa en Miami, fanfarroneábamos con “deme dos” y nos deleitábamos con basura de Taiwán ellos usaban esos mismos créditos para equipar industrias y comprar plataformas petroleras? ¿O resultaron diferentes los planes Austral y Real? ¿O las privatizaciones?
¿Cuál será la causa de fondo?
Porque algo falla cuando en una sociedad se acepta como normal la corrupción generalizada a todos los niveles, la impunidad absoluta de poderosos, ricos y famosos, las mafias que rigen todas las instituciones, el descaro con que nuestros representantes se burlan burdamente de nosotros, la existencia de una justicia para perejiles y otra sumisa y obediente a los amos de turno y tantos tristes absurdos más. Una sociedad que elige y juzga los emergentes que la gobiernan en función de la inmediatez de una coyuntura personalmente propicia (bicicleta financiera, dólar barato, todo en cuotas, etc.) sin interesarle para nada las consecuencias futuras y cuando estas llegan ponen cara de yo no fui y se quejan del país. Hace varios años leí un artículo donde se pronosticaban las futuros países que emergerían a la escena mundial en este siglo. Para el cono sur se hablaba de Brasil en primer lugar y luego de Chile, que estaría solo limitado por su territorio. Hoy se comprueba la certeza de la previsión, también en lo que respecta a la Argentina, ya que en ese informe se la consideraba un país con enormes posibilidades pero que debido a “su forma de ser” constituía un enorme signo de interrogación.
A pesar de creerme vacunado a través de demasiados golpes de estado, demasiadas promesas y demasiadas frustraciones y mentiras, sentí un profundo malestar mezcla de bronca, desesperanza y vergüenza.
Me serené pensando que Dios es argentino…

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